Después de muchos años queriendo hacer un Medio Ironman, barajando distintas posibilidades, lugares, etc, el pasado otoño se publica en Internet que se celebra la prueba soñada en Ayamonte. Un amigo dice, ¿porque no?, otro, ¿pues vale?. De esta manera antes de darnos cuentas ya eramos unos cuantos los que nos habíamos preinsrcritos. No me lo creía, iba a participar en un triatlón de los grandes.
Una vez echa la inscripción tocaba hacernos con el material necesario, bici de carretera, mono de triatlón, traje para nadar y un sin fin de cosas. Como la intención era realizar este triatlón y no hacer ninguno más decidí no gastar mucho dinero en material. La bicicleta de segunda mano junto a las zapatillas fueron 150 euros, el mono si fue más caro, pero no excesivo y para nadar usaría el corto de windsurf. De esta manera los gastos fueron los mínimos.
Poco a poco fueron pasando los meses y antes que me diese cuenta ya había llegado el fin de semana de la prueba. El ambiente en el Hotel el día antes de la misma era curioso. La recogida del dorsal fue bastante rápida
Los participantes paseaban por el recibidor con sus bicis como pedro por su casa. Casi todo el mundo subía sus preciadas monturas a las habitaciones. Seguro que más de uno durmió con su maquina en la cama.
Tenía por delante 100 kilometros de bici. Al salir de los últimos en la natación el tramo de las dos ruedas lo haría casi en solitario. Así que decidí tomármelo con bastante tranquilidad.
Y antes de salir, saludo pertinente a mi mujer. Al fondo, se puede ver la juez de la organización que me saco dos tarjetas amarillas.
Después del beso pertinente ya solo me quedaban por delante 19 kilómetros.
El tramo a pie se hizo pesado debido al calor que hacía. Eran las dos de la tarde cuando lo empece y el sol pegaba de lleno. Como tenía tiempo de sobra para terminar me lo tome como un entrenamiento para el Ultra de las 7 Playas y Sierra Nevada Ultra Trail. Así que hacía unos tramos andando y otros corriendo.
Se echo en falta una manguerita en mitad del recorrido para refrescarse uno. El tramo fue por la vía verde desde Ayamonte hasta Isla Cristina. A partir de aquí, abandonamos la pista para correr los últimos cuatro kilómetros por playa. Tras un par de horas trotando-corriendo diviso el arco de la meta en el horizonte. El objetivo estaba cumplido. Iba a terminar un Medio Ironman.
No falto entrega de medallas
Ni el beso de la azafata más guapa
Lo mejor de todo es que todos los compañeros que tomamos la salida pudimos pasar por debajo del arco de llegada.
Una vez echa la inscripción tocaba hacernos con el material necesario, bici de carretera, mono de triatlón, traje para nadar y un sin fin de cosas. Como la intención era realizar este triatlón y no hacer ninguno más decidí no gastar mucho dinero en material. La bicicleta de segunda mano junto a las zapatillas fueron 150 euros, el mono si fue más caro, pero no excesivo y para nadar usaría el corto de windsurf. De esta manera los gastos fueron los mínimos.
Poco a poco fueron pasando los meses y antes que me diese cuenta ya había llegado el fin de semana de la prueba. El ambiente en el Hotel el día antes de la misma era curioso. La recogida del dorsal fue bastante rápida
Los participantes paseaban por el recibidor con sus bicis como pedro por su casa. Casi todo el mundo subía sus preciadas monturas a las habitaciones. Seguro que más de uno durmió con su maquina en la cama.
A la mañana siguiente, nos levantamos tempranos y tomamos un potente desayuno ya que sabíamos que por delante nos quedaba un duro día. Después de la brutal ingesta de alimentos, cada uno se fue a su respectiva habitación a realizar las necesidades fisiológicas pertinentes.
Antes de darnos cuenta estábamos en la zona de boxes con los trajes de natación y deseosos que empezara la batalla.
Nos dirigimos a pie por el embarcadero hacia la barcaza que nos llevaría al punto de salida.
Después de un rato de navegación río arriba se dio la salida.
Trás unos 1200 metros río abajo con una fuerte corriente a favor nos metimos dentro del paseo marítimo de Ayamonte. Esto posibilito que los espectadores pudieran seguir el tramo a nado desde primera fila.
Poco más de media hora después de la salida doy por terminado el tramo de natación. En la foto se puede observar el fango en las piernas debido a que la marea estaba bastante baja.
Nos limpiamos bien las piernas, nos despojamos del mono y a coger la bicicleta.
Tenía por delante 100 kilometros de bici. Al salir de los últimos en la natación el tramo de las dos ruedas lo haría casi en solitario. Así que decidí tomármelo con bastante tranquilidad.
A continuación se me puede ver masticando antes de empezar en serio la bici
La carretera fue un continuo sube baja. No había fuertes pendientes pero era difícil coger el ritmo debido a a los continuos cambios de pendiente y al viento del norte que nos soplaba de frente. Los kilómetros iban pasando sin darme cuenta.
La verdad que esta parte era perfecta para entrenar la cabeza. Ya que como todo el mundo que me conoce, sabe que no puedo estar sin hablar mucho tiempo. Antes de darme cuenta, ya podía divisar el pueblo de Ayamonte, lo que indicaba que el segundo tramo estaba llegando a su fin.
De nuevo estaba en la zona de boxes, esta vez tocaba dejar la bici y ponerse las zapatillas de correr.
La transición me la tome con bastante calma, no tenía ninguna prisa. Me tome algún gel, así como alguna barrita energética.
Pose para la prensa depostiva
Después del beso pertinente ya solo me quedaban por delante 19 kilómetros.
El tramo a pie se hizo pesado debido al calor que hacía. Eran las dos de la tarde cuando lo empece y el sol pegaba de lleno. Como tenía tiempo de sobra para terminar me lo tome como un entrenamiento para el Ultra de las 7 Playas y Sierra Nevada Ultra Trail. Así que hacía unos tramos andando y otros corriendo.
Se echo en falta una manguerita en mitad del recorrido para refrescarse uno. El tramo fue por la vía verde desde Ayamonte hasta Isla Cristina. A partir de aquí, abandonamos la pista para correr los últimos cuatro kilómetros por playa. Tras un par de horas trotando-corriendo diviso el arco de la meta en el horizonte. El objetivo estaba cumplido. Iba a terminar un Medio Ironman.
Ni el beso de la azafata más guapa
Lo mejor de todo es que todos los compañeros que tomamos la salida pudimos pasar por debajo del arco de llegada.
Homenaje a las esposas sufridoras.
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