domingo, 21 de septiembre de 2014

III Marcha Solidaria Sonrisa Libre

Después de dos meses en el dique seco otra vez nos enfundamos, mi mujer y yo, la camiseta de Los Ultimos Susmurais y nos disponemos a participar en la III Marcha Solidaria Sonrisa Libre. 


La asociación sonrisa libre, son una gran familia formada por aquellos vecinos de Setenil con familiares discapacitados, decididos a luchar por conseguir unos servicios destinados a discapacitados, que la zona carece.

La noche anterior a la prueba dormimos en la bonita villa de Setenil y evidentemente cenamos en los bares de la roca. Sitio emblemático de los 101 de Ronda.


Tocaba despertar temprano y desayunar rápido.


Camino a la salida nos topamos con esta calle. Indudablemente hubo que tomar la foto.  


Otra vez debajo del arco.



Por delante teníamos dieciocho kilómetros de pista fácil y un cielo encapotado que no presagiaba nada bueno. 


La subida era muy suave. Algunos tramos transitaban entre olivos.



El porte de algún que otro árbol era impresionante.


Mi pie derecho después de la rotura del metatarsiano se porto como un jabato.


Las vistas de la Sierra de Grazalema me recordaba a terreno bandolero.



Los kilómetros iban cayendo poco a poco.




Después de una larga pero suave subida de nueve kilómetros, por fin tocaba bajar.



El último tramo se hizo por una pequeña pista de cemento. Al final de la misma se divisaba el pueblo de Setenil.


Tras casi tres horas y medias, después de más de dos meses parado, nos habíamos ganado la merecida cervecita.


Y un platito de paella.





Pues nada compañeros, después de la lesión parece que el pie se esta recuperando. 

Os recomiendo esta prueba para el año que viene. Tres puestos de avituallamientos muy bien servidos. En todos ellos bebida y frutas. La sandía fresquita y el melón de la tierra sentaban de maravilla. Al final de la misma plato de paella y callos con garbanzo. Terreno fácil y conocido por los cientuneros y para finalizar ayuda a una buena causa, que más se puede pedir. 





jueves, 11 de septiembre de 2014

Punta del Boquerón, mi gimnasio de invierno.

Después de dos meses en el dique seco debido a la rotura del quinto metatarsiano del pie derecho, otra vez estamos en el tajo.

A continuación os voy a presentar mi gimnasio de entre semana en invierno, el sendero de la Punta del Boquerón. 


Los mejor de este establecimiento es que la entrada es gratuita y esta abierto las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Eso sí, si vienes a visitarlo por favor, déjalo como te lo encontraste. Que lo único que dejes detrás tuya sean tus huellas.

La entrada se encuentra al final de la playa de camposoto.


Una pasarela de madera te recibe. Terreno perfecto para ir calentando las piernas. Estos primeros metros transcurren entre un pequeño caño y el campo de dunas.


Pronto el suelo confortable desaparece y empezamos a pisar tierra.


Tierra dura que pronto se transforma en arena blanda, perfecta para empezar a poner a tono los músculos.


Al echar la mirada atrás se divisa la población de la Isla de León, San Fernando.



Mientras progresamos descubrimos como las dunas avanzan inexorablemente enterrando los arbustos de la zona.



La arena devora todo lo que se encuentra a su paso.


Pronto nos topamos con un pequeño mirador desde donde se divisa el castillo de Sancti-Petri.




Muy raramente el camino se inunda. Esto solo sucede con las grandes mareas. 


Para no mojarnos se construyeron distintas pasarelas.


Pero hay veces, que es imposible luchar contra la naturaleza. 



Tras poco menos de seis kilómetros, llegamos a la Batería de Urrutia. Estas baterías fueron construidas para defender a la Isla de León del asedio a la que fue sometida por las tropas de Napoleón. 


Aquí acaba el sendero de la punta del boquerón. Para hacer el camino circular, se saltan las murallas de la fortificación y se vuelve por la playa.




Fuera del resguardo de la batería vemos el antiguo poblado de pescadores de Sancti-Petri.




Tras unos metros por la orilla a mano izquierda hay una duna que destaca sobre las demás. La pequeña montaña de arena te invita a subir a ella.




Las vistas son impresionantes. Una tarde de invierno de temporal, con el mar embravecido. El entorno te dejará sin habla.




De nuevo, esta vez mas cerca, reluce el templo de Hércules.



Se vuelve a la orilla que se abandono con anterioridad. 


A continuación unas fotos de una de las ultimas playa vírgenes de España.



Y así es como acaba el relato del gimnasio de al lado de mi casa. Espero que os haya gustado y os recuerdo que solo debéis dejar sobre la arena la huellas de vuestras pisadas.