lunes, 30 de diciembre de 2013

El chorro de las Batuecas (casi)

Hoy toca el Chorro de las Batuecas. Después de hablar con los lugareños no vemos claro que se pueda llegar al Chorro. Después de varios días de lluvia el río Batuecas vendrá lleno de agua y los dos cruces que hay que realizar estarán imposible. Nadie nos asegura que se pueda llegar o no. También nos indican que aunque no lleguemos a alcanzar el famoso Chorro el resto de la ruta merece la pena.

Con esta incertidumbre emprendimos la ruta. Empezamos la aventura en la senda accesible Valle de las Batuecas.


Los primeros metros son por una pasarela de madera.


Pronto se alcanza el monasterio. Hoy en día sirve de hospedería.


La señal indica que hay que bordear el monasterio, siguiendo el cauce del río.




Llega un momento en el que el sendero se estrecha bastante.


Tras dejar atrás los muros del monasterio se puede observar un bonito salto de agua.


En mitad del camino hay un panel explicando como antiguamente se conseguía el carbón vegetal. Esta fue una buena fuente de ingreso.



A mitad del camino a mano derecha, una corta pero intensa subida te lleva al Canchal de las Cabras Pintadas.


Las vistas desde el Canchal son impresionantes.


Aunque en la foto no se aprecia, en la pared se pueden observar distintas pinturas rupestres.


Pronto se vuelve al cauce del río.


Este tramo es una continuo sube y baja.



Las vistas del barranco te invitan a descansar y disfrutar del silencio.



Para llegar a los Chorros hay que cruzar dos veces el río. El primer cruce fue un éxito.


Después de un rato se llega al segundo cruce. Este es totalmente inviable a no ser que uno quiera meter las piernas hasta las rodilla. Muy a pesar nuestro, decidimos darnos la vuelta y emprender el camino de vuelta.



La montaña rezuma agua por todas partes.


En el camino de vuelta se tienen unas vistas impresionantes del barranco.





Bonita unión de la marca del sendero con la madre naturaleza.


Curiosas palabras escritas en las pared del monasterio.


Última cascada antes de acometer el estrecho paso, entre el muro y el río.


Tras casi diez kilómetros llegamos al final de nuestro último sendero por Las Batuecas. Con la pena de no haber llegado al Chorro pero sabiendo que tarde o temprano volveremos a intentarlo.



domingo, 29 de diciembre de 2013

El Casarito - Peña de Francia

Nos esperaba por delante un maravilloso día soleado, pero frío. Teníamos serias dudas de si podríamos llegar arriba o no. La noche anterior había helado y en el camino nos podríamos topar con zonas heladas que nos impidiesen avanzar. 

Dejamos el coche en el área recreativa El Casarito y desde este punto empezaba nuestra nueva ruta por las batuecas.


Pronto se encuentran las primeras señales que indican Peña de Francia.


Ya en los primeros metros las hojas del suelo están heladas.


Como en todo buen camino del Parque Natural de Las Batuecas las señales no faltan.


Pronto los tramos de hojas heladas, se convierten en hojas nevadas.


En uno de los cruces el río viene con bastante agua. Debido a esto se tuvo que coger algún tramo campo a través.


A medida que se ganaba altura la nieve era más abundante.


La espesura del pinar apenas dejaba ver entre los arboles.


Una vez salido del bosque ya se podía vislumbrar en el horizonte nuestro objetivo.


La subida es continua, pero con poca pendiente. 


En algunos tramos la nieve aparece y desaparece por arte de magia.


El andar por la nieve era bastante agradable.


Sin saberlo nos topamos con la concha azul. Indicativo que uno de los múltiples caminos de Santiago pasa por la iglesia situada en la Peña de Francia.



Muchos de los pequeños arroyuelos en la subida se encontraban helados.


El objetivo cada vez más cerca.


Las huellas de otros senderistas quedaban marcadas en la nieve.


En esta foto se puede observar perfectamente donde pega el sol más fuerte.


Últimos escalones antes de alcanzar los 1.727 metros de la Peña de Francia.


Foto en la cumbre.



En la nieve se pudo escribir el lema del blog.


Se realizo la visita pertinente al santuario.


Y pronto para abajo que quedaban muchas cosas por hacer.


En mitad de la bajada nos encontramos con un rebaño de cabras montesas.






Justo antes de terminar en un banco había una hoja helada sobre el mismo que daba una estampa bastante curiosa.


Ya casi al final este castaño centenario nos permitió fotografiarnos con él.


Tras poco más de cinco horas ya estábamos de vuelta. Comimos rápido y a seguir conociendo pueblos.