G2 Haundiak es una de las tres pruebas que componen la famosa Ehumilak. Durante el fin de semana se disputan tres pruebas, Ehumilak 168 kilómetros; G2 Haundiak 88 kilómetros y la hermana pequeña, Marimurumendi 42 kilómetros.
Pero la cifra que mejor define esta prueba es la siguiente, 1500 voluntarios para 1300 corredores. Tocabamos a más de un voluntario por corredor.
Al mismo tiempo que yo estaba echando una siesta para descansar para mi prueba, se daba la salida a las 100 millas. Estos si que están mal de la cabeza.
Nuestros amigos Jone y Patxi, nos dieron cobijo en su casa y nos trataron como auténticos marqueses.
Trás la salida de la larga llegaba mi turno, recogida de dorsal, chequeo de material, ...
Ya no había vuelta atrás. Después de un año sin apenas entrenar me iba a enfrentar a una prueba que me inspiraba bastante respeto, y me sigue inspirando. 88 kilómetros y 6000 metros de desnivel positivo. Tenía por delante dos montes clásicos de Euskal Herria, Txindoki y Aizkorri.
Detrás de la sonrisa había una sensación de miedo y alegría al mismo tiempo.
Aquí los cuatro compañeros gaditanos que también se enfrentaban a este reto, Arantxa, David, Romulo y Alberto.
Cajón de salida, en breves minutos empezaba una nueva aventura.
Antes de salida, los Dantzaris nos bailaron el Haurresku de Honor. Este baile solo se suele realizar a las autoridades.
Tras el baile, llegaba el turno de la Txalaparta.
Comienza la carrera, mi objetivo es volver a Beasain antes de las 21:00 del sábado, es decir, estar en carrera menos de 22 horas.
El primer kilómetro es alucinante. Las calles llenas de gente animando.
Llegamos a Zaldibia, primer avituallamiento. Paso 45 minutos sobre el corte, las sensaciones son buenas. Como rápido y a seguir corriendo.
Alberto llegando unos minutos después de mi.
Ya hemos calentado, ahora tenemos dos largas y duras subidas que nos llevarán al punto más alto de la carrera, Txindoki. Los primeros kilómetros son por un bonito bosque. La humedad es asfixiante. Estamos metido en plena nube. Los vascos empiezan a darse cuenta que este gaditano-conileño habla mucho.
Al salir de la nube se produce unos de los momentos más bonitos de la carrera. Ante los corredores aparece la silueta del Txindoki, y múltiples montes que forman el parque natural de Aralar. Si el parque se ve bonito de noche, de día debe de quitar el sentido. Los frontales de los corredores, son pequeñas luciérnagas que van marcando la senda a seguir. Impresiona el cielo estrellado.
Las tormentas nos rodean, por suerte parece que se van alejando poco a poco. Sin darme cuenta alcanzo el punto de control de Txindoki Lepoa. El corte es de cinco horas y llego en tres horas y cuarenta y cinco minutos. Me da un gran subidón. Estoy creando un buen colchón de tiempo. Las sensaciones son alucinantes. Me encuentro fuerte.
Cuatro horas y cinco minutos en carrera, acabo de coronar Txindoki. Las vistas son impresionantes. Por delante tenemos una larga y cómoda bajada hasta Lizarrusti.
Al avituallamiento de Lizarrrusti llego con dos horas de margen sobre el corte. Cada vez veo más factible alcanzar la meta. De Lizarrusti a Etzegarate tenemos catorce kilómetros. Aprovecho para comer bien, rellenar los bidones de agua. A primera vista, este tramo parece fácil, pero nada más salir nos encontramos con una pared de menos dos kilómetros donde ganamos casi 300 metros. Para mí, esta fue la peor subida. Los locales me indican que hemos tenido mucha suerte con el tiempo, ya que esta zona con lluvia es un infierno por el barrizal que se forma.
Amaneciendo llegamos a Etzegarate. Aquí tenemos una gran carpa con comida caliente. En esta carrera me ha sorprendido que en casi todos los avituallamientos había trozos de tomate natural. Tengo que confesar que entraban bastante bien.
Recogemos la bolsa con ropa seca, nos cambiamos rápidamente y de nuevo estamos en carrera.
En este avituallamiento están esperándome Jone, Patxi y mi mujer. A los pobres les he echo madrugar. En teoría debía llegar sobre las once de la mañana y me plante allí a las nueve menos veinte. Estoy muy optimista. La carrera está saliendo mucho mejor de lo que esperaba. Me despido de ellos. Ya de día las cosas se ven de otro color.
Unos kilómetros por delante andan Arantxa y David.
En este cruce de carretera me están esperando de nuevo mis seguidores favoritos, mi mujer y la pareja Jone y Patxi.
Me planto en San Adrian con dos horas y media por delante del corte. La cosa pinta bastante bien. Se han ido las nubes. No se podía haber tenido mejor clima para realizar esta prueba.
Al fondo se vislumbra la famosa cueva donde se encuentra la ermita de San Adrian.
En este punto nos espera Jone y Yolanda.
Llegando a la ermita.
Durante este último tramo me acompaña Patxi. En la foto parece que estamos saliendo de las entrañas de la tierra.
Ya solo queda una subida potente, el famoso y temido Aizkorri. Ocho kilómetros de subida intensa con un pequeño descansito en medio. Llevo un ritmo constante pero tranquilo. Dosifico, ya que tengo un buen colchón de tiempo para llegar a meta.
Mientras yo corono Aizkorri, por detrás Alberto llega a la ermita de San Andrés.
A mis espaldas el Valle de Urbía
La meta ya está cerca.
Dos horas por delante llegan a meta Arantxa y David.
Entrando en Beasain, ahora si que se puede decir que la prueba se ha conseguido. Menos de un kilómetro para alcanzar la ansiada línea de meta.
Enfilando los últimos metros.
Los ánimos de la afición me dan alas, sin darme cuenta acelero todo lo que puedo. Un último esfuerzo. Entro en meta esprintando.
Objetivo conseguido, he conseguido cruzar la línea de meta, obtener la ansiada prenda Finisher que la luciré con orgullo por donde vaya, el diploma y el track de la prueba que da fe de esta nueva aventura.
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Alberto también consiguió pasar la línea de meta.
Roberto se tuvo que retirar, pero estoy seguro que algún año volverá y conseguirá acabar esta prueba tan bonita.
Con la llegada a meta se ha terminado la carrera en sí y llega el momento de recordar los momentos vividos durante esas 19 horas 31 minutos y 51 segundos.
La tensión en el cajón de salida escuchando el sonido de la Txalaparta, los Dantzatris bailando el Haurriesku para nosotros.
Los primeros kilómetros por Beasain corriendo por un pasillo de personas enfervorecidas animando, esa madre de familia sentada en la acera, con su niño en brazo, animando. En ese momento ya habían pasado las doce de la noche.
Los voluntarios en los avituallamientos que te trataban como si te conocieran de toda la vida.
El parque natural de Aralar con la subida al Txindoki me dejo sin palabras. El cielo estrellado, la luna marcándonos el camino, el mar de nubes.
Una vez llegado el día, los bosques de Hayas, esos arboles gigantescos tapizados con un bonito manto de musgo verde.
La cantidad de corredores vascos, que cambiaban de Euskera al Castellano sin dudar, con los que pude compartir muchas horas durante la carrera. Muchos me recordarán por el Gaditano-Conileño que casi nunca callaba.
Entrar en la cueva de la ermita de San Adrian y tener el placer de coronar Aizkorri.
Y que decir de los aficionados. En cualquier parte había gente fuera día o noche. dando ánimos. Ese famoso Aupa Rafael te animaba a no parar y dar siempre un paso más.
Y por último, pero no por ello menos importante, agradecer a Jone y Patxi el trato tan cariñoso que nos dieron.
Por todo ello, solo tengo palabras de agradecimientos por el fin de semana tan bonito que me hicisteis pasar.
Ya por la noche tocaba recuperar energía con un buen pedazo de carne.
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