Este año nos hemos dedicado a explorar nuevas rutas por la Sierra de Grazalema. En este caso la intención es subir al Caillo por la Ermita, camino totalmente nuevo para nosotros, para después bajar a Benaocaz. Desde esta villa enfilaremos hacía Ubrique por la Calzada Romana para terminar con una fuerte subida que nos deja en la Manga de Villaluenga y de aquí directo al punto de partida.
Empezamos la ruta en la rotonda homenaje al famoso queso payoyo que ha hecho famosa a esta Villa,.
Nuestros primeros pasos transcurren entre bonitas casas blancas.
Se acaba Villaluenga y nos topamos de frente con la Ermita del Calvario.
Pasada la ermita, a unos 200 metros, hay un desvío a la derecha. No está muy bien indicado.
La senda por la manga es precioso, poco a poco vamos ganando altura.
Llevamos apenas dos kilómetros cuando nos topamos con la canal que sube hasta el cielo. A partir de este punto toca apretar el culo e ir ganando altura poco a poco.
Tras cruzar la valla, vemos claramente la canal de subida. No hay senda clara. Toca poner las manos sobre la rodilla, y subir como buenamente se pueda.
Estamos arriba de la canal, yujuuuuuuuuu. Al fondo, se vislumbra el estrecho de Gibraltar, con la famosa roca que se alza sobre el mar mediterráneo.
Giramos a la derecha, los hitos de piedra nos marcan el camino a seguir para alcanzar nuestro primer objetivo, el Caillo.
Esta vez el monolito de las banderas está pintado con la bandera republicana.
Unos meses antes estuvo con los colores de la bandera constitucional.
Tomamos la Calzada Romana que une Benaocaz con Ubrique.
Llega la hora de reponer fuerzas. Por delante tenemos una larga subida que nos dejará en la manga de Villaluenga.
La senda está muy bien trazada.
En mitad de la subida, tomamos el desvío a la izquierda. Esta nueva senda nos lleva al área recreativa Cintillo y Aguas Nuevas. La subida es más larga, pero menos tendida.
La senda se convierte en pista una vez alcanzado el área recreativa.
Espectacular la pared vertical.
Una vez que se alcanza la angarilla no hay senda, casi en 90º grados tomamos dirección a una valla. Esta se cruza por el medio.
A partir de este punto la senda aparece y desparece como los ojos del Guadiana.
A lo largo de la caminata nos topamos con pequeñas construcciones.
Ya queda poco, esta fácil pendiente nos lleva a la entrada de Villaluenga.
Todavía nos queda una sorpresa, hay que saltar una valla para rodear la última finca. En la misma hay un perro y no nos trasmite mucha confianza.
Objetivo conseguido. casi 24 kilómetros y más de 1500 metros positivos.
A continuación un breve video de la caminata.