Castellar de la frontera para mi es uno de los pueblos más bonitos de España. Este se encuentra en el interior de una impresionante fortaleza. Las murallas que protegen la villa tienen un perfecto estado de conservación. Una vez que se atraviesa las murallas nos encontramos con un pequeño laberinto de calles empedradas y pequeñas casas blancas.
El deambular por este laberinto es un placer. Lo primero que se percibe es la total ausencia de tráfico rodado. Si el paseo con la luz del sol es una maravilla, una vez que el sol se oculta tras las montañas, la iluminación de la villa nos traslada a tiempos pasados. Las vistas desde los distintos miradores nos dejaron sin palabra.
El viernes por la tarde llegamos a la fortaleza con la idea de hacer un par de rutas entre el sábado y el domingo. Al final realizamos ambas en una sola jornada.
El sábado el despertador nos saco de los brazos de Morfeo sobre las nueve y media de la mañana. Después de un copioso desayuno empezamos la primera ruta. Esta empieza en la entrada del castillo.
Nada más salir del mismo cogemos la carretera y a unos 100 metros nos encontramos el poste que nos indica la dirección a la Fuente Vieja y a las Tumbas Antropomorfas.
Giramos a la izquierda y nos dirigimos hacia nuestro primer objetivo, la Fuente Vieja. El camino transcurre por un estrecho sendero.
Después de un rato nos topamos con la antigua Fuente Vieja. En la misma todavía se puede observar los pequeños chorros por donde salía el agua.
Continuamos bajando hacia el pantano por una pequeña senda marcada con pequeños montoncitos de piedra. Cada poco metros encontramos las marcas a ambos lados del mismo. Evidentemente tuvimos que hacer nuestra pequeña contribución.
De repente nos topamos con una esplanada llena de pequeños monolitos.
La vista del Castillo era impresionante.
Pocos metros después pisamos la orilla del pantano.
Aquí decidimos intentar volver a la carretera por otro camino dejando el pantano a nuestra espaldas.
Tras una subida de casi dos kilómetros alcanzamos por fin la carretera, giramos a la izquierda y continuamos por la misma en busca de las Tumbas Antropomorfas.
Nada más abandonar el asfalto nos topamos con una antigua casa y un pequeño lagar.
Esta pequeña poza en la piedra era utilizada para producir vino. El tamaño de la misma es tan pequeño debido a que el vino producido era únicamente para consumo propio.
Para llegar a las tumbas se cogen un precioso y bonito sendero entre encinas y alcornoques.
Las tumbas se encuentran escavadas en la piedra.
Después de fotografiar a la última moradora de la tumba, que por cierto se conserva bastante bien, tomamos dirección de vuelta al Castillo.
Tras pasar las murallas nos tomamos un respiro para perdernos por sus calles.
Las vistas del pantano Guadarranque desde el Castillo quitan el sentido.
Ahora tocaba dirigirnos a la venta la Jarandilla. Para llegar a la misma tomamos la calzada que sale de la fortaleza. El camino sale desde la carretera en la primera curva nada más abandonar el castillo.
Miramos atrás y de nuevo vemos como las murallas se levantan imponente sobre la peña.
Retomamos la calzada hacia la venta.
Pronto se acaba la bajada y llegamos al final del sendero "La Calzada - Dehesa Boyal" junto a la Venta la Jarandilla.
En la Venta La Jarandilla decidimos hacerle una visita a la cueva de los maquis ya que todavía nos quedaban unas tres horas de luz.
Después de poco más de veinte kilómetros alcanzamos la fortaleza.
Los Maquis fueron un grupo de guerrilleros antifascistas que se crearon a raíz de la guerra civil española. Estos se ocultaban en las montañas, creando sus refugios en las cuevas existentes en la serranía.
Decir que las cuevas están bastante escondidas y que sin GPS son difíciles de encontrar, por lo menos para mi.
Debido al poco tiempo que teníamos realizamos pocas fotos. El primer tramos es por una pista bastante ancha, para después de un rato abandonar la misma y enfilar una pequeña vereda entre encinas. Esta a veces es difícil de seguir ya que se encuentra tapada por la espesa vegetación.
A continuación os muestro los muros de piedras donde se encuentran los escondrijos de los maquis.
Pronto retomamos el camino de vuelta ya que se nos echaba la noche encima.
En la Venta repusimos fuerza para afrontar la última subida al Castillo.
Como se puede observar en las fotos, la luz del sol era cada vez más suave.
Después de poco más de veinte kilómetros alcanzamos la fortaleza.