Después de mirar los partes de tiempo durante días, decidimos que si no queríamos lluvia en Semana Santa deberíamos tirar para la parte oriental de Andalucía. Así que nos pusimos manos a la obra para encontrar bonitos senderos en la provincia Almeriense.
Tras unas cuantas horas enfrente del ordenador, la Sierra de Filabres, era el sitio que más se repetía en nuestras búsquedas. En wikilocs encontramos muchas rutas realizadas por el usuario kayman, por lo que le consultamos para que nos recomendase un par de rutitas a realizar en dicha sierra.
Ya teníamos donde andar, ahora tocaba elegir el sitio donde dormir. Este nuevo objetivo nos llevo toda una tarde. Al final nos decantamos por La posada del Candil. Después de varios días hospedados, podemos decir que ha sido unos de los mejores lugares en los que hemos dormido. La posada se encuentra en medio de un pequeño bosque, en lo alto de una colina. Las vistas son impresionantes. El complejo de pequeños apartamentos junto a las partes comunes de la posada son de ensueño. Pero si la casa por si misma es impresionante, ni que decir de los dueños de la misma. Super amables, siempre con una sonrisa en la cara y dispuestos a ayudarte en lo necesario para que la estancia sea lo más placentera posible.
Ya teníamos donde andar, ahora tocaba elegir el sitio donde dormir. Este nuevo objetivo nos llevo toda una tarde. Al final nos decantamos por La posada del Candil. Después de varios días hospedados, podemos decir que ha sido unos de los mejores lugares en los que hemos dormido. La posada se encuentra en medio de un pequeño bosque, en lo alto de una colina. Las vistas son impresionantes. El complejo de pequeños apartamentos junto a las partes comunes de la posada son de ensueño. Pero si la casa por si misma es impresionante, ni que decir de los dueños de la misma. Super amables, siempre con una sonrisa en la cara y dispuestos a ayudarte en lo necesario para que la estancia sea lo más placentera posible.
El Layón y Pozo de las Nieves.
Mirando el perfil de la misma, sabíamos que teníamos una fuerte subida al principio, pero que después el resto era bajando.
Dejamos el coche en el campamento de la Rosariera junto a la señal de Layón. Preparamos mochila, comida, encendemos GPS y tras un pequeño repaso de todo el material, emprendemos la marcha.
Al fondo de la imagen superior se puede observar el desvío en el que empieza el camino. Los primeros metros no parecen difíciles hasta que salimos del bosque y vemos a nuestra izquierda el cortafuego que tenemos que afrontar.
El cortafuego de apenas 500 metros, pero donde salvamos unos 150 metros de altura se hace bastante duro.
Después del cortafuego, tenemos un pequeño llano donde reponemos energía, señalamos a la cima y retomamos el camino.
Tras el falso llano de nuevo la pendiente vuelve a ser pronunciada lo que nos provoca que cada dos por tres tengamos que parar para tomar aire.
De repente en el horizonte pudimos ver a los habitantes de este pico corriendo montaña abajo
Poco a poco nos vamos acercando a la cima. Finalmente, después de una hora y quince minutos y poco más de dos kilómetros colocamos nuestra piedrecita en la cumbre.
Las vistas son espectaculares.
Tomamos un pequeño refrigerio y emprendemos rápidamente el camino de vuelta ya que el viento pega con fuerza y la sensación térmica ha bajado unos graditos. Echamos un rápido vistazo al GPS, se comprueba el camino a seguir y empezamos a bajar.
En los primeros kilómetros, la pista estaba totalmente sin protección por lo que el viento molestaba bastante. Poco a poco nos fuimos metiendo en un hermoso bosque de pinos.
Llegando al Pozo de las Nierves, el camino se convierte en un alfombra verde.
De vez en cuando, vemos en el horizonte el Pico del Layón.
A partir del Pozo de las Nieves el camino desaparece. Esto hace que tengamos que improvisar y nos metamos entre los pinos intentando encontrar la senda.
Después de casi cuatro horas hemos vuelto al punto de salida. Llevandonos con nosotros muy buenos recuerdos y los malos, la subidita al Layón, la dejamos en el camino.
La Encina de la Peana.
Aldeas abandonadas (Los Carrascos y Las Morcillas).
Este pequeño y fácil sendero nos lleva a visitar la encina de La Peana que tiene una circunferencia de 16 metros de base y más de 25 metros de altura, se dice que es la encina más grande de Andalucía. El sendero parte de Loma, una diminuta pedanía.
En este sendero el refrán "Mas vale una imagen que mil palabras" se cumple a la perfección.
Aldeas abandonadas (Los Carrascos y Las Morcillas).
En este nuevo sendero conocimos las aldeas abandonadas de Los Carrascos y Las Morcillas.
Estas fueron creadas en los años sesenta con el esplendor de la minería Almeriense. En cada enclave donde se abría una mina, al momento se construía una aldea.
Estas fueron creadas en los años sesenta con el esplendor de la minería Almeriense. En cada enclave donde se abría una mina, al momento se construía una aldea.
Los materiales para construir las casa fueron obtenidos del entorno, paredes y techos de pizarra, para las vigas se talaron los pinos, en la construcción de los tabiques, se utilizaba una especie de enrejado con cañas y este era recubierto con argamasa.
Una vez que la minería dejo de ser rentable, las aldeas fueron abandonadas.
Dejamos el coche en la Fuente del Conde. Hoy el día estaba más frío que ayer, por lo que nos abrigamos bien ya que el viento pegaba fuerte.
Los dos primeros kilómetros son por una pista forestal en bastante buen estado. Tras un rato andando, se podía divisar la aldea Los Carrascos.
Esta aldea se encuentra en lo alto del barranco por lo que se puede visitar con los pequeños o con amigos que sean un poco perezosos.
Es bastante curioso el pasear por las calles de esta aldea fantasma. Mientras andas por ella te puedes imaginar como fue la vida en la aldea.
Esta aldea se encuentra en lo alto del barranco por lo que se puede visitar con los pequeños o con amigos que sean un poco perezosos.
Es bastante curioso el pasear por las calles de esta aldea fantasma. Mientras andas por ella te puedes imaginar como fue la vida en la aldea.
Todavía se podían ver las mesas dentro de las casas, la chimenea y lo que suponemos donde iba el fregadero.
El camino al fondo del barranco no está muy bien definido por lo que tuvimos que ir continuamente buscando los mejores pasos con precaución ya que una mala decisión implicaba tener que enfrentarte a las zarzas de la Sierra de Filabres.
Después de una rato llegamos al fondo del barranco donde cogemos una bonita y fácil senda paralela al río.
Pronto, al otro lado del río ya se puede ver la siguiente aldea a visitar en lo alto del barranco. Mientras la anterior la vimos desde arriba, ahora las vistas son desde abajo, lo que le da un mayor aire de abandono.
Cruzamos de nuevo el río y enfilamos la subida.
Tras las pertinentes fotos, volvemos al fondo del barranco y de nuevo cruzamos el río.
El camino de vuelta los hacemos subiendo por la pista forestal y sin pasar por la primera aldea.
Este es un sendero que recomiendo sin ninguna duda a todo el mundo, ya que es muy curioso visitar estas aldeas abandonadas. Sin ninguna duda, cuando vuelva a la Sierra de Filabres, este sendero lo volveré a realizar.
Sobre las tres de la tarde regresamos la Posada del Candil donde nos estaba esperando un suculento plato de arroz típico de la zona, arroz empedrado. En las siguientes fotos se puede observar el antes y el después.