Después de muchos 101 vistos desde detrás de la barrera, siguiéndome por los pueblos, animándome en los momentos difíciles; ya le llego el turno de saltar al ruedo y dejar de se espectadora para convertirse en marchadora.
Así que esta vez no seguiréis mis pasos, sino los suyos.
El viernes se llega pronto al polideportivo para recoger los dorsales, aquí como en todas las pruebas, nos encontramos con los amigos del monte.
Ya tenemos dorsal, ahora toca elegir cuantas y donde dejamos las mochilas.
Calculamos llegar al cuartel pasada la media noche y viendo el calor que daban, nos decantamos con dejar una única mochila en el Tercio Alejandro Farnesio.
Después de dejar las mochilas tocaba ver a los amigos en la Alameda de Ronda y hacer la foto de rigor con Los Últimos Susmurais.
Allí quedamos con nuestro gran amigo Mario, para mi El Doc.
Hasta se tuvo el momento de gloria cuando fuimos entrevistados por Tele Ronda.
Ya empieza a llegar la noche y toca el turno de cenar. Esta se hace con los compañeros de Bárbate. Con ellos hemnos compartido entrenamientos durante todo el invierno, y sobre todo, muy buenos momentos.
Al finalizar la cena brindamos para desearnos suerte en la carrera. Evidentemente el brindis se realiza con la bebida de los legionarios.
Los más malos volvieron a brindar una vez más antes de irse a la cama.
Nos levantamos temprano. Los dorsales ya están colocados. Ya no hay marcha atrás.
La llegada al estadio es impresionante. Los nervios cada vez son mayores.
Aquí estamos los dos, limpitos y con muchas ganas de dar un paseíto de 101 kilómetros por la serranía de Ronda.
Ya queda poco, segundos antes de la salida se gritan los Vivas Reglamentarios y ...
Aquí estoy, cruzando el arco de salida, metida en todo el fregao, rodeada de miles de personas y con 101 kilómetros por delante y 24 horas para andarlos.
Los primeros metros son por la calle de la Bola. Suele estar siempre llena, pero nunca como hoy, evidentemente.
Este año se pisa el albero del famoso coso taurino de Ronda.
Saliendo por la puerta grande.
Tomamos el camino que conduce hacia la puente viejo de Ronda. Estos primeros kilómetros hasta el puente de las ventillas es el mismo que se realizó en el HOLE, pero en sentido inverso.
Que me gusta la bandera de España.
En el horizonte se vislumbra la primera de las múltiples cuestas que tendremos que subir. El sol pega fuerte, pero hay un aligera brisa que refresca el ambiente.
Atrás dejamos Ronda, al verla nos preguntamos ¿Volveremos a Ronda por nuestros propios medios?. La respuesta es clara SI
Después de 14 kilómetros alcanzamos el puente de la ventilla. El animo esta fuerte.
Y como todos los años después del puente, el túnel que nos lleva a las Navetas.
A mi espalda el circuito de Ascari, Es increíble como en medio de la naturaleza se ha permitido realizar un circuito automovilístico.
Los kilómetros van cayendo bajo el sofocante calor.
Cada dos por tres nos topamos con vecinos de la serranía que están a las puertas de las casa para darte un poco de agua. Estos puntos de agua son verdaderos oasis en medio del camino.
Ya hemos llegado a Arriate, lo que implica que ya está cerca la primera subida en condiciones.
La cuesta de los cochinos. Por mala suerte del destino, la brisa desaparece y la subida se hace eterna bajo el sofocante peso del sol.
Arriate al fondo. La cámara es la perfecta escusa para descansar mientras tomamos una foto.
Se acabo la cuestecita, toca control de pasaporte. Siguiente objetivo, Alcala del Valle.
Que alegría, cuando ves el camión de los bomberos y sabes que toca refrescarse de nuevo.
Poco a poco nos alejamos de la salida y nos acercamos a la meta. Con el equipo de Barbate estuvimos hasta el cuartel de Legión. A partir de este punto les dijimos que ya no nos esperaran que íbamos muy tocados y que por supuesto nos veríamos en la meta.
El campo esta precioso.
Entre los arboles se vislumbra Alcala del Valle. Tras los arboles una buena bajada y a comer.
Este año toco baguete de pollo con cerveza. El bocadillos y la cruzcuarius sientan de lujo.
Lo que no sienta tan bien es la salida de Alcala, corta pero intensa.
El sol ya se esta poniendo.
Tras la sierra de Grazalema los últimos rayos de sol nos regalan un paisaje idílico.
Ya estamos en Setenil, el ecuador de la prueba. Las fuerzas siguen intactas.
Brindis antes de abandonar la villa de Setenil de las Bodegas. Ya empezamos a restar kilómetros. Llevamos más kilómetros de los que nos quedan.
Los puntos de avituallamientos van cayendo inexorablemente, así como nuestras fuerzas.
Ya estamos en el cuartel. Tres cuartas partes del recorrido ya están a nuestras espaldas. El objetivo esta cada vez más cerca.
En el cuartel comemos algo. Decir que este año la cena fue un poquito escasa.
No nos demoramos mucho y remprendemos la marcha. Ahora toca la famosa subida a la Ermita. Se hace eterna, pero como todos nuestros objetivos anteriores, también cae.
A Benaoján llegamos con mucha hambre, menos mal que allí nos encontramos a un gran amigo, Julio Becerra, el cual nos prepara un bocadillo y un caldito que nos dá la vida. Julio es el padre de la famosa prueba de las 24 horas de la Breña.
El sol vuelve a salir tímidamente por el horizonte.
El paisaje es precioso, pero el cansancio no nos deja apreciarlo. Lo único que tenemos en la mente es seguir y no parar de andar. Ronda esta cada vez más cerca,
Último punto de avituallamiento. Ya solo nos quedan poco más de cuatro kilómetros.
Allí está Ronda, casi la podemos tocar con las manos. Ya solo queda la cuesta del cachondeo.
Empezamos la última subida.
Ya sabemos que la meta esta conseguida y que en unos minutos estaremos transitando por encima del Tajo.
Últimos metros de la cuesta del cachondeo. A disfrutar de ese último kilómetro por las calles de Ronda.
La alegría es increíble.
Es alucinante como después de 101 kilómetros y 22 horas y 40 minutos todavía tiene esa sonrisa en la cara.
Por fin, cruzamos la meta.
Antes de nosotros la cruzo el nucleo duro de barbate.
Y por supuesto, también la cruzo nuestro gran amigo el Doc.
Y nuestra compañera de entreno, la piratilla.
Ya pasó el fin de semana de los 101 de Ronda. Tanto tiempo esperando, y en esa espera muchas dudas, algo de miedo, días de caminatas, buenos ratos con nuevos amigos, risas... Y por fin llegar a meta y terminar. Parecía que era imposible, pero no lo fue. Ahora toca descansar y buscar el próximo objetivo.
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